Una leccion de vida
Un muchacho vivía solo con su madre, ambos tenían una relación extraordinaria y muy especial. El joven formaba parte del equipo de rugby de su colegio, aunque generalmente no tenía la oportunidad de jugar; bueno, la verdad, casi nunca.
Sin embargo, su madre permanecía siempre en las gradas haciéndole compañía. El joven era el más petiso y flaco de la clase cuando comenzó la secundaria e insistía en participar en el equipo del colegio, su madre siempre lo orientaba y le explicaba claramente que «él no tenía que jugar rugby si en realidad no lo deseaba»
… Pero el joven amaba el rugby, no faltaba a ninguna práctica ni tampoco a ningún partido!. Estaba decidido a dar lo mejor de sí, se sentía felizmente comprometido con sus compañeros, con la camiseta y con el rugby!!!!
Durante su vida en la secundaria, lo recordaron como el «calienta bancos», debido a que siempre permanecía sentado…. Su madre con su espíritu de luchadora y abnegada, siempre estaba en las gradas, haciéndole compañía, dándole palabras de aliento y el mejor apoyo que hijo alguno podría esperar!!!
Cuando comenzó la Universidad, intentó entrar al equipo de rugby, todos estaban seguros que no lo lograría, pero a todos venció, entrando al equipo.
El entrenador le dio la noticia, admitiendo que lo había aceptado por como él demostraba entregar su corazón y su alma en cada una de los entrenamientos y prácticas, lo que al mismo tiempo le daba a los demás miembros del equipo el ejemplo y el entusiasmo perfectos. La noticia llenó de gozo a su corazón, corrió al teléfono más cercano y llamó a su madre, quien compartió con él la emoción y lloró al teléfono de alegría.
En todas las temporadas, él le enviaba los datos y detalles para que asistiera a todos los partidos de la Universidad. El joven atleta era muy persistente, nunca faltó a un entrenamiento ni a un partido durante los 5 años que pasó en la Universidad, y nunca tuvo la chance de participar en ningún partido!.
Estaba llegando el final de la temporada y justo unos minutos antes que comenzara el primer partido de las eliminatorias, el entrenador le entregó un telegrama. El joven lo tomó y luego de leerlo, hizo silencio…..tragó saliva muy fuertemente y temblando le dijo al entrenador: «Mi madre murió esta mañana. Hay algún problema si falto al partido de hoy?».
El entrenador le abrazó y le dijo «Tomate el resto de la semana libre, hijo. Y ni se te ocurra venir el sábado». Llegó el sábado, y el partido no andaba para nada bien. En el segundo tiempo, cuando el equipo tenía 10 puntos de desventaja, el joven entró al vestuario y calladamente se vistió de jugador y corrió hacia donde estaba el entrenador y su equipo, quienes quedaron impresionados de ver a su luchador compañero de regreso!!!
«Entrenador, por favor, permítame jugar… Yo tengo que jugar hoy» imploró el joven. El entrenador pretendió no escucharle. De ninguna manera él podía permitir que su peor jugador entrara justo en el partido de cierre de las eliminatorias. Pero el joven insistió tanto que, finalmente el entrenador, sintiendo lástima, aceptó: «Okay hijo, puedes entrar, jugá de wing y la cancha es toda tuya».
Minutos después el entrenador, el equipo y el público, no podían creer lo que estaban viendo. El pequeño desconocido, el que nunca había jugado en un partido, estaba haciendo todo perfectamente, brillantemente, nadie podía detenerlo en el campo, tackleaba como ninguno y corría fácilmente como toda una estrella. Su equipo comenzó a recuperarse, hasta que empató el resultado. A segundos del final, el muchacho interceptó un pase y corrió todo el campo hasta lograr el try y el equipo pasó a ganar.
La gente que estaba en las gradas gritaban emocionadas, y su equipo lo llevó en andas, cargado en los hombros de uno de sus compañeros, por todo el campo. Finalmente, cuando todo terminó, el entrenador notó que el joven se había quedado en el vestuario sentado, callado y sólo en un rincón.
Se acercó y le dijo: «Muchacho, no puedo creerlo, estuviste fantástico!!! Díme cómo lo lograste???”. El joven miró al entrenador y le dijo: «Usted sabe que mi madre murió… pero sabía usted que mi madre era ciega?». El joven hizo una pausa y trató de sonreír… «Mi madre asistió a todos mis partidos, pero hoy era la primera vez que ella podía verme jugar…. y yo quise demostrarle que sí podía hacerlo»…