Un detalle de mi vida – Parte II
Seguimos. Partido duro, difícil, áspero. Otra vez penal en contra, medio esquinado, ellos eligen patear a los palos. Vamos más o menos veinte minutos. Le entra firme. Viene derecho. Pero vuelve a soplar el viento y la pelota se desvía levemente y se va por afuera de los palos, por el Segundo. Buena patada. Buena suerte. Seguimos arriba.
Mas o menos por los 30 minutos atacamos en mitad de cancha, el lungo Alonso tira una tijera con Melaza Galimberti y el Melaza, que siempre tiene unas tenazas en sus manos, hoy justo hoy vino con el destornillador, la pelota se cae, la puntea Irizar, el wing de ellos y a correr. Mientras corro veo a todo el Club gritando pero no oigo nada. Vengo cerrando, le llego a Irizar con lo justo en la bandera y cuando levanto la vista veo que el tipo llego a pasarla justo y que el centro de ellos que venía en apoyo se metía en nuestro in goal apoyando a un par de metros mío. 13 iguales y a sufrir la conversión. Tengo una frutilla en la pierna derecha que me está matando. Estoy todo golpeado pero no podemos arrugar.
Viene la conversión y la pelota dobla, dobla, dobla tanto que erra por el primer palo. El viento que otra vez nos da una mano o quizá sea la suerte. Vamos para adelante, un penal o un drop, un try en la bandera, cualquier cosa faltando tan poco iba a ser buena. El empate nos perjudicaba a los dos (descendíamos juntos) así que había que romper el empate transitorio. Los 30 jugadores estábamos en llamas, entregando todo y a la vez cometiendo yerros de todo tipo. Los nervios nos podían, pero yo me tenía fe.
Faltando dos minutos, Danilo Yegues, uno de los dos segundas líneas, hace un penal en 30 yardas frente a los palos, ya ni sé si metió la mano, si tiro una piña, que se yo. La cosa es que muriéndose el partido, ellos tenían un penal frente a los palos faltando tan poco. Yo al menos tenía una sensación de ahogo, tipo de falta de aire, me dolían los brazos y las piernas. Estábamos en el horno. No quería ni mirar. Escucho el golpe del pie contra el balón y miro de reojo. La pelota vuela, vuela y una vez más se dobla levemente hacia mi lado, por afuera de los palos. Una vez más el viento o lo que sea que lo haya provocado nos daba una oportunidad más. Seguimos empatados en trece. Tomo la pelota y me voy a la línea de 22 para hacer la salida después de haber anulado. Les tengo que entregar la pelota a ellos, ya sea corta o al fondo. O sea, les doy una nueva oportunidad. Que decisión. A donde patear?.
Veo a Irizar que se para pasando mitad de cancha, casi en sus cuarenta, del otro lado de donde estaban todos los forwards. Desde mi posición, en la mitad de la cancha casi parado sobre la línea de 22 y a pesar de los gritos que llueven desde afuera, escucha los resoplidos de los gordos que no pueden más, ni los nuestros ni los de ellos. Turmeni, el full back de ellos está parado en sus cuarenta en la mitad de la cancha, diciéndole algo a Irizar. Y yo, que soy derecho, lo veo a Melaza parado sobre la línea de 22 pidiéndome la pelota. Todo pasa en un segundo. Melaza está ahí, es muy bueno, muy rápido, le hago la salida a el que corre sobre Irizar que está muy lejos y tiene que volver sobre la marca y hacemos la de siempre, el pisa para adentro y paso yo por afuera y me voy hasta el in goal de la casa y de ahí derecho al vestuario sin paradas, a festejar.
Entonces decido hacer la salida hacia Melaza, de zurda, suave y corta, como para que el bueno de Melaza la agarre y lo peor que puede pasar es que corramos 30 o 40 metros y le clavemos un patadión al fondo y que se vengan después desde allá. La pelota sale rara de mi zurda que miles de veces he pateado drops jugando al 21 debajo de las haches que estuvieron libres. Queda corta, pica de punta mientras escucho un ‘ ohhhh’ que baja de las tribunas. Melaza la va a buscar y la pelota le pasa por arriba, quedando como suspendida en el aire, mientras la tribuna aula un ‘ uhhh’ interminable. No escucho nada mas, pero veo que Irizar arranca su carrera desesperada desde sus 40 yardas y decido ir a ayudar a Melaza que estaba manoteando el aire a la vez que se tropezaba y se iba al piso. Irizar es muy veloz y se viene con todo, pero yo creo estar más cerca y si llego aunque sea con la punta del botín, zafamos. Pero la pelota vuelve a picar de punta, Melaza se levanta y llegamos al mismo tiempo el, Irizar y yo al lugar donde la pelota caía mansamente sobre el césped de mi club. Melaza me golpea en su deseo de recuperación de la pelota, se cae, me tira al piso y pasa Irizar como una locomotora para irse derecho a la bandera con el tiempo cumplido, mientras escucho desde el suelo el grito desesperado de miles de gargantas amigas que dicen ‘nooooo’ con un dolor que sale del corazón. Try de ellos, 13-18 y se termina el partido. Patean la conversión que ya no importa y que no entra, y suena el silbato con todos nosotros en silencio en el in goal.
Bueno, ahora recién empieza mi relato. Mis amigos, mis compañeros de toda la vida me dijeron de todo, desde que era un inconsciente hasta mal amigo. Yo no podía pronunciar palabra. Mi camino hasta el vestuario fue un calvario terrible, donde la gente se me ponía adelante para putearme. Al llegar a la puerta, algunos inadaptados me tiraron algunos manotazos, me seguían insultando y hasta me dijeron traidor. Traidor a mi, que deje todo por el Club. Traidor a mí, que mi sangre tiene el color de mi camiseta.
Me senté en mi lugar en el vestuario y me quede mudo, helado, mirando el piso. Escuchaba voces pero no podía oír lo que me decían. Mi dolor era tan grande que no podía ni siquiera llorar. Lucas, mi hermano mayor y Rolando, mi otro hermano, se sentaron al lado mío por un rato sin decir palabra. Después de un rato, Lulú me dice, en voz baja, que como iba a hacer eso. Y no dijo más nada. Al rato los dos se fueron. Yo seguí escuchando voces y gente gesticulando. Después de un buen rato, cuando unos pocos quedábamos en el Viejo vestuario que tantas tardes y mañanas de Gloria me había regalado, yo, que seguía con la ropa de jugador y los botines puestos, agarre mi bolso y así vestido como estaba, con la frutilla, las marcas de pasto sobre mis piernas y pantalón, sudado y herido en el alma, me fui para la puerta sin que nadie se diera cuenta o sin que nadie quisiera verme, no había nadie en el control de acceso y doble hacia la izquierda, hacia mi casa, hacia mi cama. Aun recuerdo el ruido de los tapones contra las baldosas del barrio. Desde la puerta del Club hasta mi casa no me cruce con nadie y así como llegue, me tire sobre la cama y recién me dispuse a tomar un baño a eso de las 2 de la mañana. El teléfono ni había sonado. Habíamos descendido.
No jugué más y aunque sigo siendo socio, no fui más al Club por un tiempo. Poca gente vino a verme, aquellos que hoy siguen siendo mis verdaderos amigos y el dolor de aquella tarde de Octubre no se pasara mas, pero mucho mas todos Aquellos que no supieron entender que en el rugby se puede ganar o perder, que la pelota puede picar bien o mal y que podes festejar o llorar, pero que se trata solo de un hermoso juego que te da todo para ser alguien en la vida. Aquellos exitistas que putean desde afuera poco deben saber de qué se trata todo esto y quizá hasta nunca hayan jugado. Aquellos que insultan a los referees no entienden que sin ellos no se puede jugar y que ganar no es todo. Una vez más, se trata de un hermoso juego o no de la vida misma.
Y yo? Feliz. Me di cuenta que había tomado la decisión correcta, que no salió bien como tantas cosas en la vida y que jugué un gran partido de rugby. Quizá tenga que cargar con los errores de otros, pero el rugby, el rugby me ha formado y me ha dotado de la capacidad de ver y entender. Y fui feliz. Como en la vida. Feliz, aunque a veces haya que soportar algún dolor.
Hoy ya mayor (y aunque no tan viejo) vuelvo al Club a ver rugby y la gente me Saluda con cariño y con respeto, porque he sido un buen jugador de rugby que le dio su Corazón al su Club, como casi todos.
Hay que saber de qué se trata el inmenso juego de futbol de la ciudad de Rugby. De un juego. De eso se trata. De un juego.
Por M. Mariosa (Varbas)