Un abanderado del interior
Lisandro Carrizo, fue uno de los grandes dirigentes del deporte de Tucumán. Del rugby, un tremendo visionario, que supo anticiparse a las épocas. Hace 25 años ya hablaba de la federalización del deporte y bajo ese concepto se convirtió en el abanderado de la dirigencia del interior. Su gestión fue inolvidable y trascendió las fronteras de la URT.
Lisandro Carrizo, ingeniero de profesión, fue un apasionado del deporte de la ovalada. Comenzó como jugador de Lince y luego fue su presidente del club. Su incansable labor lo llevó a la URT para trabajar por todos los clubes. Fue durante varios años el secretario del presidente Vicente Hernández Palacios, a quien sucedió en diciembre de 1973. Ocupó la titularidad de la Unión hasta el día de su fallecimiento, el 16 de octubre de 1985.
En esos 12 años hizo mucho por el rugby de Tucumán y del interior del país. Sus ideas innovadoras eran seguidas con gran atención.
«Un dirigente de lujo. Respetado en nuestro ámbito, era valorado por su prestigio y capacidad en el concierto nacional. Fue el líder del rugby del interior; supo luchar por lo que consideraba justo, con opiniones certeras y con mesura», escribió Jorge Bascary en su columna de LA GACETA cuando Carrizo murió.
«La amistad la cultivó sin alharacas, como debe ser. Fue el amigo fiel y desprendido, dispuesto a dar sin esperar recibir, el que estaba siempre presto a extender su mano amiga para lo que fuere necesario. Vaya este reconocimiento emocionado y escrito con el corazón, como lo escribirían muchos que sienten lo mismo», añadió.
Así se lo sentía a Carrizo. Con la misma pasión que él supo transmitir. Quienes lo conocieron lo recuerdan con el afecto intacto. En Tucumán, en Mendoza, en Córdoba… Su figura trascendió el rugby y fueron muchos los homenajes recibidos. El pasaje donde se ubica la sede de la URT lleva su nombre.
«¿Por qué en lugar de llevar a los chicos a jugar a Buenos Aires no los llevan antes a Salta, a Jujuy, a Santiago?», les preguntaba siempre a los entrenadores de sus hijos cuando se organizaban las giras. Así pensaba el ingeniero.
Primero en fortalecer a la región, esa que hoy está tan cuestionada por algunos dirigentes. Quizás porque no vivieron su época. Carrizo fue un visionario. Trabajó para que Tucumán crezca en lo deportivo y en lo institucional. En lo primero, se dio el gusto de levantar la cosecha de su siembra, de ver unos días antes de morir a los «naranjas» campeones. Entre esos jugadores estaba su hijo, Alvaro.
Deporte y familia
El ingeniero Lisandro Carrizo fue jugador y presidente de Lince antes de llegar a conducir la URT durante 12 años (1973-1985). Junto a su esposa, Margarita, formó un hogar junto a sus hijos rugbistas Alvaro, Diego y Federico.
La Gaceta