El sentido de la vida del deportista
El ex capitán de Los Pumas, Hugo Miguens, decia, ¿Cual es el sentido de nuestra vida?: “Es aquel valor que da valor a todos los demás valores’. Está en cada uno de nosotros elegir ese valor que marcará profundamente nuestras vidas, definiendo su rumbo.
Ese valor tiene esencialmente dos opciones extremas: SER o tener. LA GENEROSIDAD o el egoísmo. Por ello la vida puede tener en esos extremos dos motores que también uno elige y que impulsan en ese sentido: SERVIR o servirme. Claro que entre esos dos extremos hay infinitos puntos intermedios, entre los que el hombre va zigzagueando durante su vida.
Las ansias desmesuradas de gloria y riqueza alejan al hombre de la vocación de servir y lo orientan a ser egoísta, a sólo pensar en él. Por el contrario, las ansias generosas de servir, ayudar y darse a los demás, lo acercan al mundo, al cual transforma, para bien de los que lo rodean y de las comunidades que integra. Tal es la vida de un rugbista que se precie de saber jugar en equipo y por el equipo.
Miguenz continúa su reflexión afirmando: “El deporte FORMA AL SER, es que gracias al espíritu deportivo APRENDEMOS A SER. Todo deportista debe saber que en la cancha de juego se anticipa y se puede corregir, lo que vivirá en la cancha de la vida. En un campo de juego el joven ve y experimenta, lo que luego verá y vivirá de adulto.
Hugo Miguenz explica: “El deportista debe aprender fundamentalmente a vencerse a sí mismo, incorporando esto como un habito. Asimismo sabe que sólo fracasa cuando se da por vencido.’
“El árbitro máximo, o sea Dios, no nos calificará en función de si ganamos o perdimos, sino por como jugamos. Para ello es fundamental determinarnos a vivir como verdaderos deportistas: con GENEROSIDAD.’
Miguenz aún va más allá al afirmar: “ Hace más de 2.100 años Cicerón nos decía que el motivo principal de nuestras acciones es la honradez. Esta tiene cuatro fuentes, que son cuatro virtudes: La Prudencia (sabiduría), La Justicia, La Fortaleza y La Templanza.’
“Son esas cuatro virtudes cardinales las que iluminan nuestro camino interior PARA SER. Esas virtudes tiene tres fuentes que las alimentan: La Fe, La Esperanza y ESENCIALMENTE EL AMOR.’
Cuando le preguntaron a Nando Parrado cual fue la fuerza que lo impulsó a cruzar Los Andes para salvar a sus amigos y a sí mismo, el manifestó QUE FUE EL AMOR POR SU PADRE, a quién imaginaba sufriendo la ausencia de su mujer e hijos, el acicate que lo llevó a la hazaña de vencer la montaña y sus propias limitaciones.