¿Amigos?
Los Pumas no juegan contra los Wallabies desde el 2003, el equipo internacional contra el que menos se jugó en los últimos años. Frankie Deges analiza la esa relación con una unión que cuenta con pocos amigos.
¿Quién sabe bien qué pasó entre Pumas y Wallabies que hay una relación tan gélida? ¿Será un tema institucional? Quizás en algún momento valga la pena investigar esto un poco más en profundidad, aunque la realidad indica que por más que los australianos y su mandamás, John O’Neill, no quieran a la Argentina o a sus Pumas, tendrán que jugar contra nosotros dos veces por año durante los próximos cuatro años.
La ironía es que entre los mojones históricos de nuestro rugby de selección, Australia ocupa un lugar de privilegio. Veamos.
En 1979, los Wallabies fueron el primer equipo que enfrentó a Los Pumas en un partido oficial. En el pasado, los países miembros del IRB (el viejo Cinco Naciones, Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda) no entregaban caps para jugar con Argentina. Se justificaban llevando el XV detrás del nombre del país. Los australianos que vinieron en octubre de ese año fueron los primeros en no usar el XV.
Aquel plantel Wallaby era muy fuerte, pero Los Pumas habían jugado nueve partidos en Nueva Zelanda un mes antes y los recibieron en Ferro Carril Oeste con una preparación única. Dos tries de Rafa Madero y tres drops de Hugo Porta fueron parte de 24 puntos en el 24-13 que celebraron los casi 30 mil hinchas. Los Wallabies se recuperaron para terminar la gira de siete partidos con un triunfo: 17 a 12.
Otro mojón vendría en 1983 cuando en Brisbane, cerca de donde ambos países jugarán este sábado, Los Pumas ganaron su primer test-match en el extranjero. Fue el 31 de julio, en el estadio de Ballymore, y el triunfo argentino fue por un contundente 18-3, con un scrum que fue para adelante todo el partido tanto que hubo un try de Scrum y Tommy Petersen se zambulló cuando el pack argentino empujó a los Wallabies dentro de su ingoal y la pelota quedó boyando.
Volverían a enfrentarse ambos países en 1986, 1987 (empate y triunfo argentino), 1991 (en el Mundial), 1995,1997 (el último triunfo, en Ferro), 2000, 2002 y en el partido inaugural del Mundial 2003.
Han pasado nueve años del último partido. No hay equipo en el universo ovalado que habita nuestro país contra el que se haya tardado tanto en volver a jugar. Han sido los australianos los que eligieron alienarse de nuestro país. Tanto en la cancha como fuera, donde han sido siempre egoístas a costa de Argentina.
Cuando comenzó a gestarse el Rugby Championship, el más difícil de convencer fue John O’Neill, el poderoso CEO de la Unión Australiana. Querido por pocos fuera de su país, es un fenómeno negociador para los intereses de su unión. Fueron sus repetidas quejas las que consiguieron que el IRB pusiera 2.5 millones de dólares por año para distribuir entre los integrantes de SANZAR para cubrir el supuesto lucro cesante por enfrentar a Los Pumas. De hecho, son los australianos los que se llevan mayor parte de ese dinero.
Hace unas semanas, un compromiso entre las uniones argentina, australiana y el IRB para organizar el tema de los pasajes para el circuito de seven se frustró cuando los australianos no cumplieron su palabra. Argentina no tendrá este año un torneo del IRB Sevens.
Habrá que ver qué recepción tienen Los Pumas en Australia. Habiendo estado en Sudáfrica y en Nueva Zelanda, fue apasionante lo contentos que estaban todos con el ingreso de Argentina al Rugby Championship.
Cuando finalmente cruce el Mar de Tasmania para instalarme en la Gold Coast podré entender si la mala onda es sólo institucional o es una cuestión de países. Quisiera creer que es tan sólo institucional… lo confirmaré en breve.
Por de pronto, ya están los equipos confirmados y es cuestión de afinar la preparación. Los Pumas buscarán un juego mas abierto con la inclusión de Martín Landajo y Lucas González Amorosino en el quince inicial.
En honor a la historia, aquel primer triunfo del ’79 tenía con la nueve de Los Pumas a Ricardo Landajo. El sábado en el Skilled Park de Gold Coast habrá otro nueve con el mismo apellido, la misma sangre: Martín Landajo.
¿Se le puede ganar a los australianos? Se puede.
Por Frankie Deges, desde Wellington
Mundial XV