Semifinales: Los ganadores
Nueva Zelanda y Francia desplegaron estilos muy diferentes en sus respectivas semifinales, pero a pesar de la disparidad de lo mostrado en el campo de juego, estos planes de juego alcanzaron para dejar atrás a Australia y Gales y meterse en la final de la RWC 2011.
FRANCIA
El equipo de Francia tuvo un camino sinuoso hacia la final de la Rugby World Cup, con un juego muy defensivo en la semifinal del sábado, cuando se enfrentó a un Gales que jugó casi todo el partido con 14 hombres, y al que derrotó 9-8.
Gran parte de los análisis posteriores al partido fueron dedicados a la expulsión del capitán galés Sam Warburton, por el tackle sobre Vincent Clerc, como también por el hecho de que Francia no pudo dominar el partido tras ello.
Admitiendo que lo poco que ofreció el ataque francés estuvo lejos de ser impresionante, ellos parecieron un equipo poco audaz y unidimensional con la pelota en las manos y esto fue el resultado de una estrategia austera más que una falta de habilidades para el ataque.
El desarrollo en el primer tiempo contra Inglaterra, en los cuartos de final, mostró que Les Bleus son capaces cuando están inspirados. En ese encuentro tuvieron un gran dominio por 40 minuto y se fueron al descanso ganando 16-0.
Sin embargo contra Gales jugaron un rugby intencionadamente conservador para preservar su ventaja. Sus intentos en ataque fueron claramente influenciados por la enorme expectativa de que deberían ganar cómodamente, ante 14 hombres.
La estrategia, en retrospectiva, pudo haber sido equivocada y casi les cuesta la victoria, pero para darle crédito a Francia su disciplina en defensa se puso de pie frente a un desesperado ataque galés, que disfrutó del dominio de la posesión de la pelota y del territorio. En un partido donde un solo penal podría haber decidido el resultado, Francia solo cometió dos infracciones en el segundo tiempo.
Sin embargo, su falta de disciplina fuera del campo de juego no inspira, con un número de jugadores desafiando las órdenes del entrenador Marc Lièvremont. “Les pedí que no salieran y supe un poco más tarde que algunas de ellos lo habían hecho”, dijo Lièvremont el domingo.
“Hablamos de lo sucedido esta mañana y les dije que lo que pensaba de ellos, que eran egoístas, desobedientes”, continuó. No hay dudas que la falta de armonía interna continúa persiguiéndolos en la campaña de Francia en la Rugby World Cup. Queda por verse si ellos se galvanizarán sobre sus últimas diferencias o si las grietas harán ver caer a todas sus piezas contra los All Blacks.
Si Francia enfoca la final como lo han hecho en los cuartos contra Inglaterra, su plan de juego podrá girar en torno a ganar una temprana ventaja en el marcador y luego defenderse con el juego de patadas del apertura Morgan Parra y del medioscrum Dimitri Yachvili. El problema llegará si Nueva Zelanda sale a jugar como lo hizo en su victoria en la semifinal contra Australia.
Pocas personas están dando a Francia una chance en la final tras haber caído en el principio del torneo por 37-17 con los All Blacks. Parece no haber grandes expectativas, si es que no regresan a su natural estilo de ataque, que es donde Les Bleus muestran su mejor cara.
NUEVA ZELANDA
Los All Blacks parecen imbatibles. Se quitaron de encima la presión para producir un rendimiento completo de su equipo y dejar sin vida a los Wallabies en la RWC, al derrotarlos 20-6 en la segunda semifinal.
Los seguidores de Nueva Zelanda mostraron su nerviosismo cuando se terminó el torneo de su apertura estrella Dan Carter, por una lesión producida antes del partido contra Canadá, y se acentuaron aun más cuando su reemplazante Colin Slade pronto lo siguió hasta la sala de emergencias.
Pero aparentemente no había necesidad para los seguidores de estar preocupados ya que Aaron Cruden probó ante los Wallabies, que es más que capaz de guiar en el torneo a los favoritos a su primera Rugby World Cup desde 1987.
También inspiran confianza los tres del fondo: Israel Dagg, Cory Jane y Richard Kahui. El trío fue una amenaza permanente en ataque contra Australia y además manejó con facilidad las pelotas aéreas en defensa.
Las pocas veces que una patada de los Wallabies penetró en sus 22 yardas, el fullback Dagg respondió con pujantes búsquedas de contacto que envió a los australianos nuevamente a su propio territorio.
Todos los equipos del torneo hablaron sobre la importancia de ganar la batalla física Ochenta minutos de ferocidad en defensa y fuertes golpes en los puntos de contacto significó que ellos no solamente ganaron la batalla física sino que también la dominaron. Detrás de esa supremacía, estuvo la recompensa de recuperar pelotas, conseguir penales y sumar puntos.
En marcado contraste a las líneas de batalla elaboradas en el vestuario francés, los All Blacks son un equipo muy unido construido alrededor del liderazgo del capitán Richie McCaw. El entrenador asistente Steve Hansen dijo que su aparentemente inexpugnable línea defensiva en la semifinal, fue construida detrás de su unidad. “La defensa es un reflejo de la actitud y como el equipo se encuentra unido, se trata de la camaradería en el equipo y querer levantarse y tacklear por sus compañeros”.
El margen de victoria de Nueva Zelanda podrían incluso haber sido mayor si el medio scrum Piri Weepu, que convirtió cuatro de ocho, hubiera tenido una mejor noche con el pie. El tiene un carácter de confianza que estuvo sufriendo por los efectos de un resfrío.
Sin embargo, el mayor obstáculo para los All Blacks para los preparativos finales de esta semana, será el obstáculo mental de ser abrumadoramente favoritos contra su verdugo equipo francés.
La debacle en cuartos de final del 2007, cuando fueron eliminados del torneo a manos de un equipo francés que no era favorito, continúa acosando la psicología de Nueva Zelanda.
Pero el domingo es su chance para finalizar con ello y poner esos fantasmas a descansar y, por la forma en que llegan, es una buena oportunidad la que se avecina.
RNS