Para superar esto hay que mirarse bien hacia adentro
Rugby Championship 2013 - Fecha 1
La pregunta de ¿cómo se sale de esto?, no tendrá -si es que la tiene- una respuesta adecuada si antes no se aborda cómo se llegó a esto. No sirve el manual de excusas -algunas podrían esgrimirse, como las lesiones, pero no en éste caso- ni tampoco arrojarle sal a un equipo que hoy está herido hasta las llagas. Pero esto de ayer podía pasar y no sólo porque el nivel de los Springboks está varios escalones arriba. Puede sorprender sí por los números, pero lo cierto es que los Pumas han tocado fondo dentro de un proceso global que venía en descenso y del que se dio cuenta en las páginas de la nación Deportiva, tanto a fines del año pasado como en lo que va de 2013.
Lo sucedido ayer en Soweto ante los Boks no fue ni más ni menos que un flashback de lo ocurrido en noviembre en Dublin frente a Irlanda. Porque así cómo los grandes triunfos no llegan por casualidad, tampoco pasa lo mismo con las goleadas. Da la sensación de que ni el staff ni los jugadores, especialmente los líderes, hicieron una lectura correcta de lo que podía pasar. O no pudieron cambiar el rumbo. Que se estaba en presencia de un grupo que venía quebrado en su juego y en su identidad.
El discurso de unidad y de “estamos muy bien” no se correspondió nunca con los hechos. Por lo bajo se escuchó a jugadores que se quejaron de la intensidad de los entrenamientos (nunca hubo tantos lesionados; lo de ayer fue una prueba más) y a algunos que temían derrotas por 80 puntos. Y está claro, aunque se lo desmienta, que hay un grupo que no está de acuerdo con la dirigencia de la UAR y otro que sí.
Aunque se enojen con algunos periodistas, aunque no den notas y aunque crean que la solución es que los debutantes no hablen con los enviados, los Pumas han llegado a una situación crítica que, al menos ayer, después del partido, varios jugadores la han reconocido. Es un paso adelante para salir de esto.
El rugby es un juego en el que la cabeza es clave, y la falta de reacción de ayer fue la misma que en noviembre. El equipo se desmoralizó enseguida, al primer golpe, cuando el ADN Puma es pelear y dejar la piel hasta la última pelota. Pero, claro, no hay ánimo posible si el juego no aparece.
Es verdad que los Pumas planearon a largo plazo un sistema más acorde con lo que se juega en el Sur (muchas fases, rapidez en las salidas, búsqueda de tries), pero hoy por hoy quedaron en el medio del océano. Lejos de esa costa y de la otra, la histórica, la de la defensa y el corazón.
¿Cómo se sale de esto? Mirándose bien hacia adentro. Encerrándose todas las veces que sea necesario para trazar un nuevo horizonte. Volviendo a las bases, recordando de dónde viene cada uno, qué es lo que representan. ¿Es posible? ¡Claro! Se trata de jugadores inteligentes y con talento, muchos de ellos con decenas de batallas encima. También hay tarea para la dirigencia: para jugar en la Fórmula 1 se necesita estar a esa altura, porque los que ponen la cara y el cuerpo son los jugadores, y porque lo que está en juego no sólo es la historia, sino el presente y el futuro del rugby argentino.
Aquella goleada (46-24) en noviembre en Dublín se saldó en la reunión de cierre de gira y quedó ahí, según dijeron los mismos protagonistas. No alcanzó, evidentemente. Queda mucho por recorrer aún. Quizá no se llegue en una semana (la revancha del sábado próximo en Mendoza) a dar la vuelta la historia de ayer, pero sí a pararse de otra forma para lo que queda del Rugby Championship, que tendrá nada menos que a los All Blacks y a los Wallabies, que a primera hora mostraron un juego de otra dimensión.
Por Jorge Búsico