El valor del tercer tiempo
Si hubo algo que siempre distinguió a nuestro deporte por sobre otros, fue el tercer tiempo. Esa rara palabra para algunos, que sostienen que tras el período complementario se termina toda actividad y que para nosotros…
…los que en las venas tenemos rugby, es una parte realmente importante de toda contienda.
Desde los chicos de rugby infantil, a pesar de que hace algunos años algún «cráneo»intento desterrarlo a los veteranos, todos deben tener su tercer tiempo.
Sólo el rugbier puede entender lo que significa compartir ese momento con ocasionales rivales, que muchas veces son amigos de salidas o compañeros del colegio y que en ese momento no están a nuestro lado sino enfrente.
Sólo un rugbier sabe que ese es el momento para hacerle una consulta al árbitro, sobre alguna jugada que pudo haber generado duda.
Sólo un rugbier sabe que ese es el momento de analizar con el entrenador alguna cosa que no salió bien o convenir con él intensificar el trabajo en el scrum, line o ruck, de cara a los próximos compromisos.
Sólo un rugbier sabe lo molesto que es sentarse en un club donde no hay dirigentes y/o jugadores del rival, quienes no entendieron el mensaje y se dejan llevar por un resultado pasajero.
Sólo un rugbier valora lo que es tener un buen tercer tiempo y llegar, cansado, pero contento, bien tarde a casa donde la familia nos reclama.
Valoremos el tercer tiempo. Si alguien no nos atiende bien, nuestra obligación es agasajarlo de la mejor manera y enseñarle el camino, pues este es un rasgo distintitivo de nuestro deporte y no debemos permitir que esta llama se apague, por más dinero que pueda aparecer.
Volvamos a las fuentes en este aspecto. Tan mal no les fue a los que hicieron del tercer tiempo un culto y aún hoy se siguen escuchando las anécdotas e historias de formidables jornadas.
Afortunadamente, malos ejemplos se olvidan rápido y son díficiles de hallar en nuestra memoria.
por Martín Urribarri