Buscando médico en San Luis
Increíble travesía en San Luis, Argentina
Con motivo de la participación de mi hijo Juan Antonio en el seleccionado de Rugby de Buenos Aires y la realización del campeonato argentino Super 9, viaje a la ciudad de San Luis, solo en mi auto.
Llegué el jueves por la noche, muy tarde luego de transitar la extensa recta de 783 km por la ruta nacional Nro. 7 que une ciudad de Buenos Aires y la ciudad puntana.
El viernes amaneció como un día excepcional a pleno sol y con el paisaje inigualable de las sierras de la Punta, el Trapiche, el Volcán y Potrero de los Funes. Recorrer la hermosa ruta que une la ciudad capital puntana con Estancia Grande, el lugar donde se jugaba el torneo, fue un paseo muy recomendable, lleno de arboledas con matices aromáticos y colores intensos desde el amarillo, hasta el verde intenso de los pinares.
La cede en cuestión estaba ubicada en una hondonada rodeada de montañas y lomas que hacían la vez de tribunas naturales para apreciar el juego.
Luego de ver los primeros partidos en dos canchas divididas que permitían simultaneidad de juego, me dirigí al restaurante del lugar para almorzar una prometedora parrilla con papas. Era un plato que se prestaba para la ocasión, el lugar y mi apetito ya que no me había sentado en una mesa desde el medio día anterior, antes de salir de viaje.
Como el restaurante estaba lleno, me armaron una mesa suplementaria. El mozo, con gran demanda de comensales, me trajo primero la carne, sin la bebida y yo, tentado, decidí comenzar a degustar el delicioso y tradicional trozo de asado.
Cuando di el primer bocado, me sonó el celular y atendí hablando mientras saboreaba la carne muy caliente, recién sacada de la parrilla y ubicada en un brasero arriba de la mesa.
La alta temperatura de la carne, la superposición del dialogo telefónico, mi ansiedad por la comida, el sabor del bocado, se conjugaron para que tragara el preciado alimento, sin la suficiente masticación, y…. se atoró… El prematuro bolo alimenticio se atascó antes de llegar al estómago, soldándose al vació con mi propio tubo digestivo. Según puede averiguar, luego, el efecto es igual a un corcho cerrando una botella.
La situación fue angustiante, salté de la mesa hacia el WC para intentar despedirlo, pero fue en vano. El sellado era casi perfecto y todo lo que intentaba ingerir lo regurgitaba.
La molestia era intensa, la sensación angustiante. Podía respirar por que el dichoso bolo, mal engendrado se alojó debajo de la tráquea, sólo tapaba el esófago y en consecuencia el estómago.
Luego de pagar la cuenta sin poder continuar comiendo comenzó la odisea: Buscar médico en San Luis.
Recurrí en primera instancia a la ambulancia ubicada por reglamento al costado de las canchas de juego, como todo evento deportivo importante y sobre todo en el Rugby donde los golpes y magullones requieren constante atención.
Así fue que al llegar al lugar había 4 posibles fracturas, dos conmociones temporales, tres torceduras y una cortada en la ceja, que impedían cualquier pretensión de atención personalizada.
Así y todo una buena médica me escuchaba mientras vendaba la cabeza de un jugador y me indicó que probara tomando aceite para lubricar el esófago e intentar removerlo. Entonces me dirigí nuevamente, mientras esputaba el reflujo y caminaba otros 80 mts. Hasta la cocina del restaurante, solicitando un vaso con un poco de aceite. Pero fue inútil, no dio resultado. Caminé dos vueltas completas alrededor de las dos enormes canchas, y nada, probé con sorbos de agua y la esputaba, sorbos de aceite y lo esputaba. Así se hicieron las 16hs. El horario del segundo partido de mi hijo. Decidí minimizar el asunto para no distraerlo y me acerqué a ver el juego. Asistí a todo el partido desde el costado de la cancha orgulloso del buen juego de Juan y el equipo seleccionado, pero esputando cada dos minutos.
Poco a poco fui incorporando la frecuencia del reflujo y midiéndola para no ahogarme.
El lugar descampado con césped por todos lados ayudaba al mecanismo sistemático de expulsar la saliva acumulada en el tubo del esófago antes de rebalsar hasta la tráquea y ahogarme.
Terminado el partido decidí volver en auto hasta la ciudad de San Luis y buscar una guardia médica que me atienda.
Primero fui al hospital público y la señora que me atendió en recepción me preguntó con mescla de intriga y desconfianza: se atoró comiendo asado?! Y dijo: Mire aquí no lo podremos atender porque estamos con muchos pacientes, si tiene obra social, busque una clínica o sanatorio.
Me retiré resignado e hice caso al consejo. Me comuniqué con mi obra social para que a su vez me brindaran atención a través de Asis Travel, asistencia al viajero. Me llamó una señora muy atenta y me dijo que en San Luis no tenían muchos lugares con convenios de atención por la red de asistencia al viajero, pero que se había comunicado con el Sanatorio Rivadavia, les había enviado un fax y allí me iban a atender. Tomé la dirección y como era a 5 cuadras del hotel donde estaba alojado fui caminando. Para ese entonces eran las 18 y 30 hs. Y yo caminaba con el “ciclo de esputo” constante y sistémico. Luego me enteré que el organismo produce más saliva de lo normal intentando empujar el objeto de obstrucción. Quiere decir que las glándulas salivales actúan solidarias con el esófago, está en nuestra esencia.
Cuando llego al sanatorio me indican después de esperar media hora en el lobee, que la administración había cerrado, que aunque habían recibido el fax, no podían atenderme por asistencia al viajero y debía pagarle la consulta al médico de guardia. Accedí y me indicó que el dinero se lo entregara directamente al médico. Ahogado, cansado y angustiado, acepté y de inmediato apareció el médico, levantó su mano para para acallar a otros pacientes que estaban esperando y me indicó que pase al consultorio de guardia.
Ingrese esperanzado en alguna maniobra que me ayudara, mientras continuaba esputando en una toalla que me había traído del hotel.
El médico, bastante fornido, con cejas prominentes y mirada dispersa me hizo acostar boca arriba en la camilla, preguntándome que había pasado.
Acostarme boca arriba me provocó un ahogo y regurgité antes de poder contestarle. El ahogo, gracias a dios fue momentáneo. Me senté le conté y me dijo en el mismo tono de desconfianza que había sugerido la mujer de la guardia del hospital: “se atoró comiendo un asado?!” Me quedé sentado asintiendo desconcertado…y me dijo espere un momento, moviendo la cabeza hacia abajo se dirigió al consultorio uoficina de al lado.
Regresó a los dos minutos y me dijo: hablé con el gastroenterólogo y hay que hacerle una endoscopía para retirarle el trozo de asado del esófago y le costará $ 2.800.-
Me llamaron la atención dos cosas, que él no me revisó, ni intentó ninguna maniobra de alivio y que el gastroenterólogo diera un diagnostico desde el consultorio de al lado, además con tarifa incluida.
Igual le pregunté, sorteando el ahogo, si lo podía pagar con Mastercard, ya que no tenía esa cantidad en efectivo. Y la respuesta no se hizo esperar, mirándose las uñas y con un gesto de sobrador me dijo: “Naaah….! Si, utilizó la “a” prolongada en vez de la “o” para marcar una negativa burlona y fuera de lugar….
Espeté por vez infinita y le dije: Doctor ud. Me cobró por ser un simple intermediario y no va a intentar curarme o revisarme? Solo le interesa el dinero, dónde quedó su juramento hipocrático!!!! Le dije en un tono alto y acercándome desafiante a su rostro. Él sacó lo billetes que me había exigido antes e intentó justificar el cobro, mientras yo, de un manotazo le saque los billetes de la mano y le dije, no se los ganó!!! Y me retiré indignado. El medico salió detrás mío y me gritó: vas a reventar como un sapo!
Y así me sentía: como un sapo, ahogado, sin poder tragar, esputando constantemente e indignado por la falta de consideración.
Volví al hotel y pensaba: estoy solo, pero buscaré algún medico en San Luis que atienda con tarjeta de crédito!!!.
Así recorrí distintos lugares que encontramos en internet con la ayuda de la conserje del hotel: SERU clínica médica, solo efectivo. Medici clina médica, solo efectivo. Gastroenterólogos particulares, solo efectivo….. a todo esto eran las 20 y 30 hs y yo seguía ahogándome y transitando por San Luis, buscando médico que atendiera con Mastercard!
Me sonó el teléfono y era la operadora de asistencia al viajero que me ofrecía una clínica en Villa Mercedes a 89 km de dónde yo estaba. Ante la imposibilidad de encontrar un médico en san Luis, que me atienda decidí aceptar y viajar a Villa Mercedes.
El viaje fue traumático y lento por el ahogo constante y el reflujo incesante. Además tantas horas habían pasado que comencé con otros síntomas: agotamiento, dolor de cabeza intenso, mareos y decaimiento físico general. Así llegué manejando a la Clicina “La Merced” a las 22 y 30 hs, casi 10 hs después del percance.
Allí me atendió la guardia confirmando que habían recibido el pedido de asistencia y no habría problema en atenderme. Subí al primer piso y el médico clínico me preguntó qué había pasado, me escuchó y dijo, en el mismo tono de los anteriores: comiendo un asado?!…. Sin levantarse de la silla escribió en el recetario: “pase a gastroenterología”, puso el sello y firma.
Con el papel en la mano, bajé a recepción y allí, recién entonces, la recepcionista llamó a la gastroenteróloga de turno. Pude escuchar mientras espetaba en la toalla, del otro lado del vidrio que la médica se resistía a atenderme exigiendo una forma de pago más inmediata, la buena señora le insistía que “Normita” la secretaria de dirección de la clínica, había dejado la orden de atención, pero la médica le pidió que llame nuevamente y lo corrobore, todo por teléfono.
Recién después de los llamados exigidos y cuando eran las 23 y 45hs llegó la médica. Yo estaba sentado en el banco del hall de ingreso, esputando en la toalla, decaído y en bastante mal estado por la obstrucción y las horas transcurridas, pero ni me miró y se dirigió a la oficina de recepción pidiendo que la llamen nuevamente a “Normita”.
Pude escuchar como la doctora se quejaba por el medio de pago aceptado con Asis Travel y decía: “”entonces lo interno, le pongo suero y lo intervengo mañana…..”
Me di cuenta que se estaba especulando con mi situación y que trataba de facturar lo mayor posible.
Agache la cabeza y ella se acercó a mí diciendo: cómo fue? Y con el mismo tono de los anteriores, dijo: Se atascó comiendo un asado?!….
Comenzó a decirme que debía internarme …
La miré y le dije: Dra. Por favor primero puede revisarme, en un consultorio e intentar alguna maniobra que me alivie, realizar los estudios y recién después definir un diagnóstico? Ella solo atinó a justificarse que la llamaron a última hora y que no podía hacer otra cosa. Me levante y negándome a ser manipulado solo pensando en el dinero, sin ninguna atención o intento de ayuda, me retire maldiciendo indignado.
No estaba dispuesto a darme por vencido, acostumbrado a superar obstáculos, subí al auto y regresé como pude al hotel de San Luis, viajando otros 89 km.
Llegué a las 2 ½ de la madrugada, subí a mi habitación e intenté descansar sentado con muchas almohadas para evitar el ahogo.
Así pasé la noche sin pegar un ojo y esputando cíclicamente. …
Ya de día se me ocurrió consultar internet y puse en Google: “obstrucción del esófago”.
Encontré el siguiente link: https://www.med.nyu.edu/content?ChunkIID=640643 que los síntomas que sufria se denominan: Obstrucción esofágica por el bolo alimenticio, Síndrome, Steakhouse.
Y en la parte más importante dice:
Causas
Esta condición se produce cuando una masa de comida, generalmente carne, obstruye el pasaje del esófago.
Tratamiento
Si el bolo no pasa hacia el estómago por sí solo, su médico puede considerar alguno de los siguientes tratamientos:
* Beber una bebida carbonatada para ayudar a mover el bolo hacia el estómago
* Inyectar una sustancia llamada glucagón: esto disminuirá la presión en su esófago, permitiendo que el bolo baje hacia el estómago.
Si el bolo aún no pasa, el médico puede retirarlo de su esófago. Para localizar el bolo utilizará un endoscopio. Una vez que se ha detectado el bolo, se introducen diversas herramientas (p. ej., pinzas de extracción, fórceps, red) por el endoscopio para sacar el bolo. En algunos casos, el bolo puede pasar al estómago durante el procedimiento.
Entonces pensé: Bebida carbonatada, un UVASAL !!! …..o una Coca Cola!!!! Si, la más famosa bebida carbonatada del planeta que empezó siendo un remedio.
Bajé al lobee del hotel y pedí un botella chica de Coca Cola con mucho gas y… en el segundo trago sentí una ebullición en el esófago que concluyo con el alivio más refrescante…..El tapón bajó al estómago como lo indicaba Marjorie Montemayor-Quellenberg, MA : https://www.med.nyu.edu/content?ChunkIID=121871#MarjorieM
¡Bravo! a Marjorie Montemayor, de San Diego, quien difundió desinteresadamente por internet un tratamiento, que deberían imitar algunos médicos de San Luis.
Mi estadía en san Luis continuó hasta el domingo, disfruté del juego y la excelente performance deportiva de mi hijo, en una provincia que quiere destacarse y progresar. Pero hay un factor que no es patrimonio solo de San Luis, sino de nuestra cultura: estamos perdiendo la vocación de servir, atender al prójimo e intentar ayudar. Sin esta virtud los pueblos no progresan y las sociedades se desmembran en la especulación, el abuso y la desatención.
Moraleja: “No hables con la boca llena”
Por Claudio Massetti
