Abrazados por la vida
El Club Social y Deportivo El Campito, con sede en la Villa 31, en el barrio porteño de Retiro, entrena y juega al rugby. Sus jugadores, jóvenes habitantes del barrio, se abrazan para hacer un scrum como se abrazan para hacerle frente a las indiferencias y a las desigualdades sociales.
Pese a los obstáculos que los últimos jefes de gobierno porteño no se preocupan en sacar del camino, y, aún más, algunos como Mauricio Macri siguen adhiriendo a obstaculizar, los vecinos de la Villa 31, orgullosos de su barrio, tuvieron un plan. Hace algo más de 9 años, construyeron el Club Social y Deportivo El Campito: un espacio donde se dan clases de apoyo escolar, se brinda la merienda para los jóvenes, se enseña yoga, capoeira y fútbol. Eso sí, también es un espacio donde se establecen objetivos y se cumplen. Los socios se propusieron vivir la experiencia de tener una huerta que les diera de comer, aunque no los abasteciera por completo, y lo llevaron a cabo con excelencia. No se quedan en lo obtenido y deciden que el próximo proyecto es crear una sala de cine. No debería extrañar a nadie que lo consigan rápidamente. Además, El Campito tiene, también, dos médicos y una psiquiatra que atienden a quien lo necesite.
Hace un año y medio, se agregó una nueva actividad al cronograma del club. Martín Dautras, uno de los médicos, llevó una pelota ovalada a la villa, pateó la pelota en una cancha, y esperó. Poco tiempo después, la novedad de esa pelota rara, ayudada por el ruido que generó el gran mundial que tuvieron los Pumas, hizo que se establecieran entrenamientos de rugby una vez por semana, con diferentes horarios para las distintas edades. “El crecimiento fue natural”, asegura Dautras, aunque admite que hay un hueco en los chicos de 14 y 15 años porque “están en cualquiera”.
No obstante, la cancha se llena todos los sábados a la mañana de jugadores que eligen el rugby como la forma de hacer catarsis, y de entrenadores que van a dar su granito de arena. Coco, uno de los entrenadores más nuevos, entiende que “no te podés quejar de que jueguen fuerte en los entrenamientos porque tienen mil quilombos en la cabeza y vienen acá a descargarse”.
Por otra parte, los jugadores y los entrenadores se tratan como pares continuamente. La noche anterior al entrenamiento, “hubo joda en la casa del profe Guille”, confesó otro profesor, que también agregó por lo bajo “algunos quebraron”.
Una vez por mes, se organizan desafíos con otros clubes. El objetivo es integrar, y que se genere un respeto por la villa. “En el rugby no hay rivales, hay un tercer tiempo en el que el local le convida algo al visitante”.
El problema es que El Campito nunca puede ser anfitrión porque la cancha no está en condiciones, pero sería una gran oportunidad para que se le empiece a perder el miedo a la villa. El clima que reina ahí es completamente amigable. Cada jugador que llega saluda a los demás con la mano. Si no lo conoce, lo hace sentir como en su casa. Los más chicos invitan a jugar a los visitantes, o se meten en el entrenamiento de los más grandes sin ningún problema. Durante toda la jornada no se escucharon insultos ni peleas, ni se vieron caras de desagrado.
Como si eso fuera poco, al terminar cada ejercicio, se aplauden en muestra de reconocimiento del esfuerzo hecho. La solidaridad se ve desde los vecinos que proveen de agua a los jugadores durante todo el entrenamiento.
El deporte en equipo en general es una gran ocasión para generar lazos de unión: los festejos abrazándose, el esforzarse por los demás, el depender de todos, el pase, que como aclara Coco, “es una relación”. Pero el rugby es probablemente el que mejor representa el concepto de equipo. No tiene culpables ni estrellas. Es una cuestión de equipo, no existe el “me la diste mal” y el equipo entero se tiene que esforzar por corregir los errores. Por otra parte, en el rugby juegan los flacos, los gordos, los altos, los enanos. Todos se sienten útiles y el gordo no va al arco, sino que es el más fuerte del equipo.
Cabe destacar, también, que los Pumas recibieron a los jugadores de El Campito después del match frente a los franceses, el sábado 20 de junio. Fue una muestra de humildad de profesionales ya consagrados que cumplieron su parte en una tarea social.
Por Sebastián Andrade
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