El juego del Respeto
Video imperdible de una charla con el pack de forwards del Seleccionado de Buenos Aires de años anteriores donde se resaltan los valores de este juego en esta ocasion la palabra de Miguel “Negro” Iglesias (*). Esta charla y muchas parecidas identifican el rugby con que muchos de nosotros crecimos y en la palabra de Iglesias estan representados tantos entrenadores del pais que transmitieron estos conceptos…
Por el bien y la salud de nuestro deporte este y muchos mensajes similares no deben dejar de difundirse…
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Miguel Negro Iglesias
Se destacó como tercera línea de la Primera División del SIC durante 13 temporadas y fue capitan en 1972, 1973 y 1974. Integró el seleccionado de Buenos Aires y Los Pumas, en donde fue designado capitán en 1974.
Entrenó la Primera División del SIC de 1993 a 1996, consagrándose campeón en 1993 y 1994, tanto del Torneo Oficial como del Nacional de Clubes. El “negro” Iglesias, además, colaboró con el Seleccionado de Buenos Aires y con el representativo nacional. Por su entrega en la cancha, también lo apodaron el “Furia”. Jugaba muy fuerte, pero limpio. Irradiaba fanatismo por el juego, garra y empuje.
A pesar de haber sido un extraordinario jugador siempre procuró no hacer diferencias entre los rugbiers: “Los que juegan bien y los que no lo hacen tan bien”, repetía. Era auténtico y visceral, un apasionado. Fue líder dentro y fuera de la cancha. Sus firmes convicciones hicieron de él un hombre comprometido con los problemas propios de la evolución de nuestro juego; nunca evitó dar su opinión y fundamentarla.
Como entrenador del SIC, supo transmitir todas sus virtudes de jugador y contagiar su pasión. En días fríos y barrosos, no dudaba en meterse debajo del scrum en un entrenamiento para corregir la posición de un jugador o dar su consejo.
Fallecio el primero de Octubre de 1996, y junto con él se marchaba un verdadero “hombre de rugby”. “El Negro” representaba el prototipo de hombre-jugador-entrenador de rugby, en donde convivían la humildad, la generosidad, la honestidad y la franqueza en el trato. Bajo esa aureola de líder que siempre derrochaba, y su presencia y estampa siempre imponentes, generaba confianza y convencimiento. Así, sus palabras y conceptos eran verdades irrefutables y sus frases, ejemplos.
Transmitió con enorme generosidad todos sus conocimientos, pero por sobre todo, inculcó en sus dirigidos los más altos valores formando para la sociedad “personas de bien” mas allá del juego.